Wes Craven, de nombre completo Wesley Earl Craven (Cleveland, 2 de agosto de 1939 – Los Ángeles, 30 de agosto de 2015), fue un director, guionista, productor cinematográfico y actor estadounidense.
Es famoso por haber dirigido películas de culto como Las colinas tienen ojos, Pesadilla en Elm Street y la saga de películas de Scream (hasta la cuarta película).
Después de un breve período en el que tocaba la guitarra en un grupo de rock local, el futuro director se graduó en letras y filosofía en la Universidad Johns Hopkins, y poco a poco se enamoró del cine.
A pesar de encontrar un trabajo estable como profesor en la Johns Hopkins, decide poco después abandonar la enseñanza para dedicarse al cine, haciendo de todo en una pequeña productora.
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Así conoce al futuro director Sean S. Cunningham, con quien produce su primer largometraje, la película softcore Together.
Los inicios
Con el objetivo de sorprender al público y recordando a Ingmar Bergman, su director favorito, Craven rueda su primera película real titulada La última casa a la izquierda.
Una película de explotación inspirada en el clásico del director sueco La fuente de la doncella.
Aunque fue filmada con un presupuesto reducido, la película tuvo un cierto impacto en el público de la época, especialmente por su estilo realista, sangriento, extremo y cínico.
Pero no faltaron las reacciones negativas, especialmente por parte de la crítica, que calificó la película como cinematográficamente inepta.
Más tarde, Craven se negó siempre a volver a ver esta obra, de la cual casi se arrepintió, pero La última casa a la izquierda ganará con el tiempo el estatus de culto.
El éxito de la película fue replicado cinco años después por su siguiente película, Las colinas tienen ojos, otra película que luego se convertiría en un culto.
El horror de Craven, al igual que el de Hitchcock, golpea al espectador de manera inesperada.
Wes Craven sostiene que el horror se oculta en nuestros entornos cotidianos, esperando solo la oportunidad para manifestarse y desatar su deseo de destrucción.
Afirma Craven: «Me interesa asustar a la gente a un nivel profundo, no solo hacerla saltar de la silla. Mis dos primeras películas destrozaron todos los clichés sobre cómo debía tratarse la violencia en el cine.
Antes, la violencia cinematográfica era amable y limpia.
Yo la hice dolorosa, prolongada, impactante y muy humana. Y fui yo quien humanizó a los asesinos.»
El propio Craven tiene un trasfondo cultural inusual para un director de acción y horror.
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