Buio Omega
Dirección Joe D’Amato
Italia 1979
TRAMA
Francesco es un noble y experimentado embalsamador que vive en un palacio en las montañas con la gobernanta Iris.
Esta, secretamente enamorada de él, un día paga a una hechicera para enviar una maldición a su novia Anna, que muere repentinamente.
Francesco recibe el golpe y, tras el funeral y el entierro, decide exhumar el cadáver de Anna, embalsamarlo y guardarlo en casa.
Este será solo el primer episodio extremo, al que le seguirán otros, que arrastrarán al joven a una espiral de locura y asesinatos.
CONSIDERACIONES
“Ni la muerte podrá separarnos”.
La frase de Francesco ante el cadáver de su amada Anna, después de haberla exhumado de la tumba, es probablemente la clave para entender esta macabra y oscura joya de Joe D’Amato.
Buio Omega va más allá del extremismo visual, ofreciéndonos, en su hora y media de duración, un correlato de necrofilia, canibalismo, autopsias, cuerpos disueltos en ácido, asesinatos en serie y gore sin compromisos.
Pero, aunque estamos hablando de una película extrema, es importante subrayar también la doble cara de Buio Omega.
Es decir, la de una devastadora historia de amor que desemboca en el dolor de la pérdida.
El trauma del luto se insinúa en la mente de Francesco, distorsionándolo de la realidad.
Llevándolo primero a embalsamar el cuerpo sin vida de su amada, luego a matar a cualquier mujer que encuentre y finalmente llegando a casarse con Iris, su cómplice en los crímenes y verdadera instigadora del asesinato de Anna.
Estilísticamente, la película es impecable: cuenta con una dirección perfecta, tomas sólidas que no escatiman nada de los momentos extremos, encuadres barrocos que se combinan perfectamente con los rostros de los protagonistas y el fondo decadente de la villa.
Cereza sobre el pastel: las músicas de los Goblin, que se encargan de la banda sonora.
D’Amato nos regala una de las películas de terror más significativas de la historia del cine italiano.
Enferma, perversa, perturbadora, pero al mismo tiempo romántica y decadente, perfectamente alineada con otros grandes (y subestimados) títulos del director, como Antropophagus y Rosso Sangue.
MOMENTO PANDEMÓNICO
La embalsamación del cuerpo de Anna.
Después de haber robado el cadáver de la tumba, Francesco lo lleva a casa y, tendido en una camilla, con cuidado y precisión extrae intestino, cerebro y corazón, todo filmado y encuadrado en detalle.
Justo el corazón, casi en un acto simbólico de amor extremo, será agarrado y comido por el protagonista.
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