Donnie Brasco
de Mike Newell (1997)
1978: un agente del FBI logra infiltrarse en las filas de la mafia de Brooklyn, gracias a la ayuda del viejo sicario ingenuo Lefty Ruggiero.
“Dime, ¿cuántas veces has venido a mi casa?”
“Dos veces a la semana, quizá más, ¿por qué?”
“Dos veces a la semana, quizá más, ¿por qué?”
«Sí, dijiste bien, incluso más. Te he preparado comida, si hubiera tenido dinero te lo habría dado… nunca he tenido dinero, pero si alguna vez tuviera cien dólares en el bolsillo, te daría cincuenta, ¿verdad?”
«𝘚í, verdad”
«Si tú eres un traidor… si eres un traidor, entonces yo soy el mayor idiota en la historia de la mafia”
(Lefty Ruggiero & Donnie Brasco)
“Forget About it”
¿Y para qué decírtelo, Lefty?
Sabes bien que estos nunca te han considerado lo suficiente.
Nunca llegó una recompensa o un puesto importante en la jerarquía para ti.
Llevas años trabajando para la organización, pero nunca has recibido ninguna gratificación; siempre te han mantenido lejos de la cima y ahora incluso han preferido a Sonny Black.
Pero quizás con este joven las cosas podrían ser diferentes. Este Donnie Brasco podría resultar ser tu última esperanza.
Una especie de redención, si lo queremos decir así: el intento extremo de dar sentido a todo.
Después de todo, parece un buen chico y sé que tú también lo piensas, ya que lo invitas a tu casa e incluso le preparas comida.
Podrías enseñarle algunos trucos del oficio, solo para que pueda mantenerse a flote sin riesgo de hundirse.
Como si fuera tu ahijado, por así decirlo.
Y luego, lo más importante:
tienes que responder por él…
..¿pero para qué decírtelo, Lefty?..
..¿para qué decírtelo?..
Mike Newell parte del libro de memorias de Joe Pistone para llevar a la pantalla una historia real en este thriller de gánsteres algo atípico, donde la violencia es más sugerida que mostrada.
El enfoque se centra en el mundo de la mano de obra criminal donde se mueven los llamados peces pequeños.
La historia es la de una amistad imposible.
Todo se sostiene en el engaño, y esto sirve al director para retratar muy bien el mundo del crimen en Nueva York.
Un mundo hecho de protección y solidaridad, y poblado por personajes con los que es difícil no empatizar.
Al Pacino es un gigante, como siempre, interpretando a un criminal con un corazón de oro,
un eterno perdedor e ingenuo, muy lejos de la arrogancia y la chulería de Tony Montana o Michael Corleone.
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