El Castillo de Morwyn

El Castillo de Morwyn

En el corazón de las tierras desoladas de Escocia, se erguía el majestuoso Castillo de Morwyn, envuelto en un aura de misterio y terror. Sus torres se alzaban hacia el cielo como dedos huesudos, y sus muros de piedra parecían contener secretos oscuros y antiguos.

Un joven erudito llamado William, fascinado por la historia del castillo, decidió pasar una noche en su interior para desvelar sus misterios. Ignorando las leyendas que advertían del peligro mortal, se aventuró entre las ruinas silenciosas y los pasillos oscuros.

Tan pronto como cruzó el umbral del castillo, una sensación de opresión lo envolvió como un manto de plomo. El aire estaba cargado de una energía maligna, y el sonido del viento que silbaba a través de las grietas de los muros parecía un lamento de dolor y desesperación.

Mientras exploraba las habitaciones desiertas y las salas decadentes, William sintió presencias invisibles que lo seguían, ojos sin rostro que lo observaban desde las sombras. Pero su deseo de conocimiento lo impulsaba a seguir adelante, aunque cada instinto le gritaba que huyera.

Entonces, mientras se adentraba cada vez más en las profundidades del castillo, encontró una puerta secreta oculta tras una cortina raída. Impulsado por la curiosidad, abrió la puerta y se encontró ante una escalera que descendía hacia la oscuridad.

Con una vela temblorosa en la mano, William bajó las escaleras, sintiendo el latido de su corazón resonar en sus oídos. Al llegar al fondo de la escalera, se encontró en una cripta húmeda y oscura, iluminada solo por la tenue luz de su vela.

Allí, entre tumbas antiguas y cadáveres en descomposición, vio una figura envuelta en un manto negro. Los ojos de la figura brillaban con una luz maligna mientras se acercaba lentamente a él, emitiendo un siseo siniestro.

William intentó huir, pero estaba atrapado en la cripta, rodeado por la presencia oscura del castillo. Los gritos desesperados resonaron entre los muros de piedra, pero nadie fue capaz de decir qué ocurrió con William esa noche en el Castillo de Morwyn. Y su desaparición quedó como un enigma sin resolver, una advertencia para aquellos que se atrevieran a desafiar las fuerzas oscuras que dormían entre las sombras del castillo.


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