El Fantasma de Ravenswood

El Fantasma de Ravenswood

En el pequeño pueblo de Ravenswood, rodeado de bosques densos y envuelto en una atmósfera siempre brumosa, se decía que una antigua maldición había echado raíces. Los habitantes susurraban por la noche, contando historias de fantasmas que vagaban entre las casas antiguas y los senderos oscuros.

Una familia, los Thompson, se mudó a una de las casas más viejas de la ciudad, ignorando las advertencias de los vecinos. La casa, una vez lujosa y majestuosa, ahora se erguía como un fantasma de su pasado glorioso. Mientras la familia se adaptaba a su nueva vida, comenzaron a ocurrir extraños eventos.

Las puertas chirriaban abiertas por la noche, los muebles se movían misteriosamente y sombras extrañas danzaban detrás de las cortinas. La pequeña hija de la familia, Emily, afirmaba ver a una niña fantasma que la invitaba a jugar en el jardín detrás de casa. Nadie la creía, atribuyendo sus historias a una vívida imaginación.

Pero una noche, mientras una tormenta desataba su furia sobre Ravenswood, los Thompson se encontraron atrapados en su casa. La luz parpadeaba y el trueno resonaba como una advertencia siniestra. Emily, despertada en medio de la tormenta, oyó la voz de la niña fantasma llamándola.

Impulsada por la curiosidad y el horror, Emily siguió la voz a través de los oscuros pasillos hasta el jardín. Allí, entre las tumbas oxidadas y las estatuas decadentes, vio a la niña fantasma con los ojos brillando de una luz oscura. La niña extendía la mano hacia Emily, susurrando palabras indistintas.

Cuando Emily estaba a punto de acercarse, sintió un frío helado envolverla, como si el aire mismo se hubiera convertido en hielo a su alrededor. Gritó desesperadamente, tratando de huir, pero era demasiado tarde. Los gritos de la familia resonaron en la oscuridad mientras Emily desaparecía entre los brazos espectrales de la niña fantasma.

Desde ese día en adelante, la casa de los Thompson fue abandonada, considerada maldita por los residentes de Ravenswood. Y aunque la tormenta se calmó, la sombra de la niña fantasma continuó danzando en el jardín, atrayendo a las almas valientes y a los locos aventureros que se atrevían a desafiar la maldición de Ravenswood.


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