Lon Chaney, seudónimo de Leonidas Frank Chaney, fue un actor, guionista, director y maquillador estadounidense…
Uno de los mejores característicos en la historia del cine americano.
Participó en más de 150 películas, pero se le recuerda principalmente por sus interpretaciones en las películas de terror del cine mudo.
Debido a su asombrosa habilidad con el maquillaje, se ganó el apodo de “El hombre de las mil caras”.
Debutó como extra en 1912, actuando tanto en películas cómicas como en westerns, y dirigió seis de ellas.
Pero fue en 1919 cuando encontró el camino más adecuado para él, y durante diez años interpretó personajes mutilados, monstruosos, deformes…
Para meterse mejor en tales papeles, se sometió a tratamientos peligrosos e incluso dolorosos.
Dotado de gran astucia y sensibilidad,
perfeccionó el arte del maquillaje cinematográfico que hasta entonces consistía en bigotes y barbas postizas, a diferencia del maquillaje utilizado en el teatro.
Creó personajes muy realistas,
en los que el aspecto grotesco no lo era todo,
ya que eran capaces de sentir tanto amor y dolor como odio y desprecio.
El Jorobado de Notre Dame (1923), El Fantasma de la Ópera (1925), El Fantasma del castillo (1927) son algunas de sus películas más célebres.
Lamentablemente, falleció a los 47 años el 26 de agosto de 1930, pero su inmensa profesionalidad probablemente lo habría llevado a actuar en papeles que luego fueron asignados a Bela Lugosi y Boris Karloff, sus naturales «herederos»…
Muchas de las películas interpretadas por Chaney se han perdido: la casi totalidad de los cortometrajes y muchas películas de los años diez y veinte, debido a la alta degradabilidad de la película, la mala conservación o incendios en los depósitos de las casas productoras de cine. Uno de los casos más destacados de películas perdidas interpretadas por el actor es El fantasma del castillo de 1927, cuya última copia conocida fue destruida durante un incendio en un depósito de la MGM en 1965.
Lon Chaney ha sido definido en múltiples ocasiones como el transformista por excelencia, su contribución al cine ha cambiado drásticamente y ha mantenido siempre viva la grandeza y la gloria en torno a su nombre.
Siempre quedará en la historia por su brillante inventiva, sus dotes interpretativas y su notable dedicación al set cinematográfico y al séptimo arte que todos amamos tan profundamente.
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