Sicario

**Sicario** de Denis Villeneuve (2015)

Nueva cita con esta sección dedicada a las películas que tratan sobre crímenes.

Un agente del FBI está en una misión especial en una zona fronteriza entre Estados Unidos y México.

Se encuentra allí para combatir el comercio de drogas operado por el cartel mexicano, dentro de una fuerza especial dirigida por un líder muy ambiguo y por un mercenario colombiano decididamente peligroso e impenetrable.

“La palabra sicario originalmente se refería a los zelotes de Jerusalén, asesinos dedicados a defender su tierra de la invasión romana.
En México, Sicario significa asesino.”

Línea fronteriza

Aparentemente, parecería solo un túnel, un pasaje secreto usado por el cartel para traficar drogas a otro territorio.

Pero, en realidad, esa línea fronteriza se revela ser mucho más que eso para la joven y idealista agente Kate. Significa sobre todo poner en duda todas sus convicciones morales, la distinción entre buenos y malos, entre lo justo y lo injusto.

Todo se vuelve terriblemente borroso a sus ojos, casi invisible, cuando se trata de sacar a la luz al líder de un cartel criminal.

Los métodos utilizados se vuelven duros y lejanos de lo que debería ser el protocolo oficial, a menudo los límites de la legalidad se traspasan en función del resultado final y Kate se encuentra siendo un peón en manos de un sistema infinitamente más grande que ella.

Pensar en el horror causado cada día por esos criminales a quienes está persiguiendo sirve de poco; un horror que ha tenido el desagrado de vivir en primera persona.

Hay algo más insoportable, inaceptable… algo con lo que se ve obligada a convivir durante la misión y que cambiará para siempre su percepción de la justicia.

Consideraciones

Villeneuve sabe cómo moverse detrás de la cámara.

La sola secuencia inicial, desde la incursión en la casa hasta el macabro descubrimiento de los cadáveres incrustados en las dobles paredes y de las minas esparcidas por todas partes, ya vale el precio de la entrada.

Y eso es solo el prólogo.

La cámara se encuentra cómoda tanto en espacios estrechos y claustrofóbicos como en aquellos que retratan paisajes, mientras que en las escenas más tensas y centradas en la acción el director parece haberse inspirado en el cine de Michael Mann.

Emily Blunt actúa sin maquillaje y con los ojos bien abiertos todo el tiempo, y es absolutamente perfecta en mostrarnos la incredulidad y la desilusión que experimenta su personaje.

Josh Brolin se siente cómodo moviéndose en un mundo corrupto y operando al límite de la legalidad, mientras que Benicio del Toro interpreta un papel que parece hecho a medida para él:

el del silencioso, misterioso y oscuro Alejandro.
Una gran película.


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