Sonatine

Sonatine
de Takeshi Kitano (1993)

Un viejo y cansado gangster llamado Murakawa es obligado por su jefe Kitajima a una última misión para poner fin a una guerra entre bandas rivales.

Cita.

“… 𝘌’ 𝘪𝘯𝘤𝘳𝘦𝘥𝘪𝘣𝘭𝘦 𝘤𝘩𝘦 𝘵𝘶 𝘯𝘰𝘯 𝘢𝘣𝘣𝘪𝘢 𝘱𝘢𝘶𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘱𝘢𝘳𝘪 𝘢𝘥 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢. 𝘘𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘴𝘪𝘨𝘯𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢… 𝘤𝘩𝘦 𝘯𝘰𝘯 𝘩𝘢𝘪 𝘱𝘢𝘶𝘳𝘢 𝘯𝘦𝘱𝘱𝘶𝘳𝘦 𝘲𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘱𝘢𝘳𝘪 𝘢 𝘵𝘦 𝘴𝘵𝘦𝘴𝘴𝘰? 𝘚𝘦 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘦 𝘶𝘯 𝘥𝘶𝘳𝘰. 𝘔𝘪 𝘱𝘪𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘰 𝘨𝘭𝘪 𝘶𝘰𝘮𝘪𝘯𝘪 𝘥𝘶𝘳𝘪 !»
«𝘚𝘦 𝘧𝘰𝘴𝘴𝘪 𝘶𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘰 𝘥𝘶𝘳𝘰, 𝘱𝘰𝘳𝘵𝘦𝘳𝘦𝘪 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘪𝘴𝘵𝘰𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘮𝘦 ?»
«𝘔𝘢 𝘵𝘶 𝘴𝘱𝘢𝘳𝘪 𝘤𝘰𝘯 𝘧𝘢𝘤𝘪𝘭𝘪𝘵𝘢’…!»
«𝘗𝘦𝘳𝘤𝘩𝘦’ 𝘮𝘪 𝘴𝘱𝘢𝘷𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘧𝘢𝘤𝘪𝘭𝘪𝘵𝘢’.»
«𝘔𝘢 𝘵𝘶 𝘯𝘰𝘯 𝘩𝘢𝘪 𝘱𝘢𝘶𝘳𝘢 𝘥𝘪 𝘮𝘰𝘳𝘪𝘳𝘦…»
«𝘘𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘩𝘢𝘪 𝘢𝘷𝘶𝘵𝘰 𝘱𝘢𝘶𝘳𝘢 𝘥𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘮𝘰𝘳𝘵𝘦 𝘱𝘦𝘳 𝘵𝘳𝘰𝘱𝘱𝘰 𝘵𝘦𝘮𝘱𝘰, 𝘤𝘰𝘮𝘪𝘯𝘤𝘪 𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘪𝘥𝘦𝘳𝘢𝘳𝘭𝘢.»
(𝐀𝐧𝐢𝐤𝐢 𝐌𝐮𝐫𝐚𝐤𝐚𝐰𝐚 & 𝐌𝐢𝐲𝐮𝐤𝐢)

𝐒𝐓𝐄𝐒𝐒𝐀 𝐒𝐏𝐈𝐀𝐆𝐆𝐈𝐀, 𝐒𝐓𝐄𝐒𝐒𝐎 𝐌𝐀𝐑𝐄.

La muerte no se evita, no se desea y no se engaña. Y la vida es su inevitable consecuencia.

Lo saben bien los personajes de esta película, miembros de la yakuza (mafia japonesa), enviados en una misión suicida a la isla de Okinawa.

Y lo sabe aún mejor Murakawa, protagonista frío y cínico, tan desilusionado hacia todo y todos, tan apático e insensible hacia la realidad que lo rodea, con su risa casi burlona condicionada por una parálisis facial parcial.

No hay grandes sistemas, nada parece realmente importar, todo parece una aceptación pasiva hacia el fin.

Sólo está la playa, el lugar al que siempre regresar después de cada misión.

El lugar donde se vuelve a la infancia, donde se juega, se bromea y se baila con la ilusión de detener el tiempo, aunque sea por un instante, para intentar aflojar el agarre y escapar de esa tremenda angustia causada por el malestar de vivir.

Consideraciones.

Takeshi Kitano, famoso comediante televisivo japonés, en su cuarta dirección, dirige e interpreta lo que es su primera obra maestra.

Una película que lo da a conocer también en Europa (en Italia llegaría solo en el 2000) y que va más allá del género al que pertenece.

Un relato en el que la trama escasa y básica sirve solo como pretexto para abrirse a profundas reflexiones sobre la naturaleza humana y también a una severa crítica hacia una sociedad que parece haber perdido todo sentido y valor.

Una obra perfecta, variada, completa: profundamente realista, cruda e implacable cuando es necesario pero también poética, conmovedora y, en algunas secuencias, incluso cómica.

El final de Sonatine es un golpe en el estómago difícil de olvidar, pero también extremadamente real y inevitable.

Mención especial también para la banda sonora de Joe Hisahishi: brillante, efectiva y esencial, lo justo para enlazarse perfectamente con las imágenes en la pantalla.

Sonatine es una película que hay que ver, absolutamente, al menos una vez en la vida.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *