The Boys

El Cómic que inspiró la serie de TV homónima The Boys

The Boys – Donde los Superhéroes Se Manchan las Manos (y no solo)
The Boys no es el cómic clásico de superhéroes, y por suerte. Si estás cansado de los típicos tipos con mallas que salvan gatitos de los árboles con miradas llenas de virtudes, entonces Garth Ennis y Darick Robertson tienen lo que necesitas. Aquí, los «supers» no son exactamente héroes, sino más bien sociópatas en busca de gloria y satisfacciones personales. Sí, hay explosiones, batallas épicas y personajes icónicos, pero cada página rezuma una corrosiva crítica al mito del superhéroe y a la cultura que lo adora.

 

¿Los protagonistas? Un grupo de «hombres normales» (aunque no tanto) que deciden dar una buena lección a estas arrogantes deidades. Billy Butcher, el líder del equipo, es la encarnación del odio bien dirigido. Un personaje con el carisma de un gánster londinense y la sutileza de un camión al enfrentarse a la moralidad. Y luego está Hughie, el perdedor de turno, que representa al lector lanzado a un mundo de ultraviolencia y bromas más afiladas que una cuchilla.

Por el lado de los superhéroes, Vought-American es prácticamente una multinacional que hace que Amazon o Meta parezcan los Boy Scouts. The Seven, el grupo de héroes más poderoso del mundo, es un circo de corrupción, egomanía y oscuros secretos que hacen que la política actual parezca una caminata por el parque. Homelander, con su sonrisa de Ken y el ego de un dios, es el enemigo perfecto, una mezcla letal de patriotismo tóxico y locura homicida.

La escritura de Ennis es afilada, cruel y, a veces, incluso un poco demasiado complacida con su propia maldad. Pero no se puede negar que ha creado un mundo coherente y brutal que no se guarda golpes, ni contra sus personajes ni contra el lector. En cada página te preguntas: «¿Puede empeorar más que esto?». La respuesta siempre es sí.

El trabajo artístico de Darick Robertson es perfecto para este caos. Cada página está detallada, sucia y cruda, con un cuidado casi sádico para mostrar los peores lados de los personajes. Las expresiones faciales por sí solas valen el precio del cómic, cada sonrisa es un puñetazo en el estómago, cada mirada es una advertencia.

The Boys es una bofetada a quienes idealizan demasiado a los superhéroes. Es una carta de amor al lado más oscuro de la humanidad, llena de sangre, sudor y lágrimas (pero más sangre que otra cosa). También es una advertencia sobre cómo el poder absoluto corrompe absolutamente, sin siquiera la excusa de una armadura brillante o buenas intenciones.

Claro, no es una lectura para todos. Si tienes el estómago débil o eres particularmente aferrado a la idea de que Superman es el ideal de perfección humana, tal vez sea mejor que sigas adelante. Pero si te gusta el caos, el cinismo y el placer culpable de ver a dioses con pies de barro siendo pateados en las metáforas de sus mandíbulas, entonces este es tu cómic.

Párrafo de Spoilers, para evitar sorpresas, deja de leer aquí:
En el número #21, descubrimos la horrible verdad sobre el pasado de Homelander. Una mezcla de experimentos genéticos y traumas inducidos por Vought. El flashback sobre su primer «error» (digamos solo que un avión nunca tuvo tan poca esperanza) muestra que nuestro héroe estaba podrido desde el principio. ¿El verdadero giro? La sonrisa complacida que acompaña su primer acto de genocidio. Un momento espeluznante que cementa a Homelander como uno de los peores antagonistas jamás creados.

Hay mucho que amar (o odiar) en The Boys, pero una cosa es segura: ¡nunca olvidarás este descenso a los infiernos del género de superhéroes!


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