Peter Lorre
Era un actor húngaro nacionalizado estadounidense (como su colega Lugosi) con un rostro extremadamente expresivo y una mirada esquiva y acuosa.
Lorre encarnaba a la perfección el prototipo del criminal, el traidor, el paranoico, el ser abyecto y sórdido.
De hecho, fue elegido por Fritz Lang para interpretar al monstruo de Düsseldorf.
Con una extraordinaria compenetración tanto física como psicológica, interpretó al maniaco sexual que atraía a niñas para luego matarlas en la película M-El vampiro de Düsseldorf (1931).
Trabajó en Francia y en el Reino Unido, donde participó en un par de películas dirigidas por Hitchcock: «El hombre que sabía demasiado» (1934) y «Amor y misterio» (1936).
Siempre daba un toque siniestro a sus interpretaciones.
Se trasladó a Hollywood en 1935, demostrando poseer grandes habilidades como actor dramático, como en la película «Yo maté» (1935).
Adaptación cinematográfica de la novela “Crimen y castigo” de Dostoievski.
Posteriormente, actuó en varias películas de crimen o espionaje, demostrando siempre un excepcional eclecticismo.
Como en el papel del frívolo y afeminado Joel Cairo en el noir “El halcón maltés” (1941).
Lorre era nervioso, menudo, petulante, y con sus ojos saltones y una aguda voz nasal, hizo inolvidable también al personaje del traficante Ugarte en el clásico «Casablanca» (1942).
También tenía una inesperada vis cómica que mostró en «Arsénico por compasión» (1944) y «El tesoro de África» (1953).
Después de dirigir e interpretar en Alemania «El hombre perdido» (1951),
su carrera tomó un rumbo descendente, que en sus últimos años lo vio interpretando papeles de cabaretista o incluso caricaturescos.
Como en «Veinte mil leguas de viaje submarino» (1954), «La vuelta al mundo en ochenta días» (1956) y «El cebo del trapero» (1957) junto a Jerry Lewis.
Peter Lorre era conocido por ser un gran bromista también en su vida privada…
Vincent Price parece haber contado que durante el funeral de su compatriota Bela Lugosi,
enterrado con su bonito manto de Conde Drácula,
Lorre había sugerido que tal vez hubiera sido mejor clavarle también una buena estaca de fresno en el corazón…
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